Probando, probando, dos, uno, dos… Perdonad la deformación sonora, no pude contenerme.
Y sale a la luz este proyectito, gracias a Pilar, la enamorada de los ponies. Yo no paso de ser una mera comparsa, espero que no demasiado desafinada, en esta obra que esperamos se perpetúe en el tiempo.
Por mi parte, algunos ya me conoceréis: me dedico profesionalmente a los caballos, con mejor o peor fortuna, a pesar de los diputados y otras malas hierbas. Mi aterrizaje en el mundo pony fue abrupto: soy otro padre más con un hijo en edad de montar a caballo. Mi Antonio, al que conoceréis por aquí, tiene ahora cinco añitos y se sube en enanos desde que tenía tres años. No se ha caído siete veces, como reza la norma, pero sí unas cuantas. O sea que podemos llamarlo jinete, aunque sea enano, como sus caballos.
Cuando uno mira alrededor, además de cuatro pony clubs en algunas ciudades el panorama pony español es bastante desolador. Es un páramo abandonado. Un ejemplo es su reflejo en Internet, en el que no hay nada sobre ponies en nuestro idioma. De lo poco que he podido encontrar, la página web de la Federación Hípica Española sobre ponies. Estaré encantado de recibir blogs y páginas en español que traten sobre ponis y que en en el futuro podamos poner una lista de enlaces seria.
O sea, que aquí vamos a tener a una Maestra (con mayúscula) y a un esforzado padre aprendiz, que los torturará con sus desatinos variados. Espero que ustedes lo disfruten.
Por si no se lo dije: ¿creen que criar niños es una aventura? Prueben a criar niños y ponies…